Texto de Ángel Guinda en la presentación del libro Pájaro, vértigo (Editores Huerga y Fierro) en Casa América


Foto: Carmen Lafuente
TODA GRAN PERSONALIDAD queda configurada por el contenido de expresión y comunicación del individuo que la ostenta, por su cuerpo y por su espíritu (pensamiento, inteligencia, imaginación, voluntad, memoria, cultura…)

La personalidad poética de Lilián Pallares está enmarcada por la palabra como esencia vital, por el abrazo entre impresionismo visual y expresionismo existencial, por la indagación del yo desde la experiencia al conocimiento.

Lilián es una fuerza de la Naturaleza, del talento verbal y de la sensibilidad. Una fuerza exuberante que se manifiesta como un fruto y una conclusión.

Decía Jean Genet que el niño es el padre del hombre. En este sentido, las huellas imborrables de la infancia de Lilián se han convertido en la médula espinal de su palabra como semilla de pasión creadora, comparecencia ante las vivencias y trascendente padecimiento de las mismas como enseñanzas de la edad.

Pájaro, vértigo atrapa la intensidad de sentimientos de un corazón indómito, con una fe radical en la clara poesía de las cosas, entre celebración y elegía, plenitud y vacío.

Esta poesía arranca con la contemplación del exterior como reflejo del propio interior y, a su vez, se complementa con la proyección de dicho exterior hacia el infinito íntimo.

Poesía sensualísima, hipersensorial, que se lee no sólo con los ojos y desde la voz. Se lee también con el olfato, con el gusto y con el tacto.

Los poemas se dirían ecos de un éxtasis meditativo zarandeando el vértigo de la condición humana, resquebrajando las paredes de la casa del tiempo y de la casa del espacio para ver más allá de lo alto y de lo profundo.

En ellos descubrimos numerosos versos memorables:

- En la casa no se oyen pisadas. / Suena el origen.

- Tomo tu mano como quien toma el firmamento.

Nos fertilizamos con la energía telúrica de esta voz hecha de tierra, de agua, de aire, de sangre, de respiración incesante.

Renacemos en los variados registros de su música, en los símbolos asombrosos que cimentan este poetizar.

Así, el pájaro enarbola las alas; el vértigo representa el peligro; y en la contienda entre ambos (ave y riesgo) el triunfo del vuelo nos transporta a la libertad.

Encontramos un alarde de comparaciones y metáforas:

- sus pezones brillan como aceitunas negras

Al hablar de la perra dice:

- Sus ojos, dos farolas apuntando al callejón oscuro de la noche.

Si la originalidad consiste en "el reconocimiento de los propios orígenes", Lilián reafirma los suyos con tanta autenticidad que la particularidad de su obra alcanza dimensión universal.

Libro importante en el contexto de la poesía hispánica contemporánea.

¡No se lo pierdan!

Felicito a su autora y a sus editores.


ÁNGEL GUINDA